miércoles, 30 de enero de 2008

Comentario y análisis

Saint-Exupéry escribió el Principito en Nueva York. Su redacción fue enmarcada en unos de los más feroces tiempos, la Segunda Guerra Mundial. Motivado por su redactor para escribir un libro destinado a un público infantil, Saint-Exupéry da vida al Principito.
Bajo nuestro punto de vista, el tema central de El Principito es la amistad. Sin duda podemos entrever dos subtemas derivados de las relaciones humanas. De un lado, Saint-Exupéry hace notar la incapacidad de los adultos para comprender la sencillez propia de los niños y niñas. De otro lado, nos habla de la infancia, con claras connotaciones a su propia experiencia.
El libro se inicia con una apelación a la comprensión por parte del personaje en su infancia. Para ello utiliza como vehículo de comunicación el dibujo. El dibujo de un elefante le sirve al personaje para detectar si una persona es comprometida o no. En función del resultado de su prueba encasilla a la persona en cuestión y responde de diferente manera ante ella. El dibujo es sin duda de vital importancia para el desarrollo del libro. Por consejo de los adultos abandona el dibujo cosa que le marca profundamente. De hecho, en el espacio de dos páginas se reitera en la idea. El dibujo, curiosamente rechazado por los adultos, se convierte en el detonante de su posterior relación con el principito. El autor asegura que el personaje hasta conocer al principito ha vivido prácticamente solo sin poder comunicar su riqueza interior. Saint-Exupéry en las primeras páginas nos confiesa su soledad puesta de manifiesto por la falta de comunicación. Las ansias de comunicación llevan al personaje a subir a una montaña para pedir algo de amistad, pero lo que encuentra es el propio eco. Posiblemente, es en este punto donde podemos entrever cierta mezcla entre realidad y ficción, entre personaje literario y autobiografía. En efecto, el tema del libro es el de la soledad vencida por la amistad.
Saint-Exúpery ha encontrado un remedio capaz de paliar la soledad:
-recurrir a la memoria
-evocar tiempos pasados
-recuerdos de su infancia
Gracias a estos recursos la permanencia de la infancia en el alma del autor se pudo producir el nacimiento del personaje.
Otro punto en común entre el autor y el personaje central es el hecho de proceder del mismo sitio. El escritor ha caído del cielo a consecuencia de un accidente aéreo, y el Principito viene de otro planeta.
Saint-Expéry hace una crítica a la superficialidad de los adultos. Afirma que nadie creyó a un astrónomo que observó la existencia de un asteroide por su indumentaria.
“... Tengo poderosas razones para creer que el planeta del cual venía el principito era el asteroide B 612. Este asteroide ha sido visto sólo una vez con el telescopio en 1909, por un astrónomo turco
Este astrónomo hizo una gran demostración de su descubrimiento en un congreso Internacional de Astronomía. Pero nadie le creyó a causa de su manera de vestir. Las personas mayores son así. Felizmente para la reputación del asteroide B 612, un dictador turco impuso a su pueblo, bajo pena de muerte, el vestido a la europea. Entonces el astrónomo volvió a dar cuenta de su descubrimiento en 1920 y como lucía un traje muy elegante, todo el mundo aceptó su demostración...”.
El autor continúa con una alusión a la forma tradicional de iniciar la redacción de un cuento: “Érase una vez...”. En esta crítica podemos intuir un cierto temor a una interpretación superficial.
Con el siguiente fragmento, el autor nos muestra otra de sus preocupaciones: el trabajo. Saint-Exupéry explicita lo que él entiende por trabajo bien hecho. Lo hace a partir de la tarea que supone mantener limpio el pequeño planeta de baobabs.
“...Es una cuestión de disciplina, me decía más tarde el principito. Cuando por la mañana uno termina de arreglarse, hay que hacer cuidadosamente la limpieza del planeta. Hay que dedicarse regularmente a arrancar los baobabs, cuando se les distingue de los rosales, a los cuales se parecen mucho cuando son pequeñitos. Es un trabajo muy fastidioso pero muy fácil...".
El texto adquiere en este punto su carácter más moralizante:
“Malas hierbas se han de extraer al principio, sino después cuesta más”
El autor continúa su exposición sobre el trabajo con un nuevo fragmento sobre la delicadeza y precisión que supone el cuidado de una rosa. Si bien es cierto, que la rosa cumple una extraordinaria función al embellecer el lugar, no es menos importante la responsabilidad y profesionalidad con la que el principito debe realizar su trabajo.
El amor al trabajo bien hecho, con honradez y responsabilidad es un “leitmotiv” en la vida de Saint-Exupéry. Ello no significa que no haya criticado la actividad sin contenidos ridiculizando la superficialidad. Nos referimos al episodio donde nos muestra el diálogo entre el principito y el geógrafo. El principito se lleva su gran decepción al saber que el geógrafo ignora la existencia o no de océanos en su propio planeta.
Con ocasión de la visita del principito al planeta habitado por un contable, ocupado en censar, Saint-Exupéry hace una crítica al exceso de trabajo.
En esencia, al igual que el avaro contador de dinero, se diría que el contador de estrellas es inmensamente rico, pero en realidad a nuestro entender es pobre. Cuando el principito se le acerca para conversar con él, el contador de estrellas lo rechaza diciéndole que no puede distraerse en menudeces ya que es una persona importante, aunque en realidad, su trabajo no tenga finalidad alguna. Es pues, una vida vacía que choca con la vida del Principito entregada al cuidado de la rosa y los volcanes que tanto lo necesitan.
Llegados al catorceavo capítulo, nos encontramos con uno de los pasajes más bellos de este libro. Nos referimos al capítulo donde el Principito conversa con el farolero. Su trabajo, el de encender y apagar la única farola de su planeta, no tiene sentido en si mismo, ya que las puestas de sol no duran más que medio segundo, pero sí, encierra una aspecto muy importante para el autor. El farolero se mantiene fiel a su trabajo por una orden recibida. Hablamos pues, de la honestidad en el cumplimiento del deber.
“...Al llegar al planeta, saludó con respeto al farolero: -Buenos días. ¿Por qué apagas el farol?
-Es la consigna-contestó el farolero- Buenos días.
-¿Qué es la consigna?
-Apagar el farol. Buenas noches.
Y volvió a encenderlo.
-Pero, ¿y ahora por qué acabas de encenderlo nuevamente?
-Es la consigna-respondió el farolero.
-No te comprendo-le dijo el principito.
-No es necesario comprender nada. La consigna es la consigna. Buenos días.-dijo el farolero, apagó el farol y secó su frente con un pañuelo a cuadros rojos...”
“...Mientras proseguía su viaje se dijo el principito: "éste sería despreciado por todos los otros, por el rey, el vanidoso, el bebedor, el hombre de negocios. Por el contrario a mí, es el único que no me parece ridículo. Tal vez sea por ocuparse de una cosa ajena a si mismo".
Suspiró con nostalgia y prosiguió:
"Este es el único del que podría haberme hecho amigo. Pero su planeta es realmente tan pequeño que no hay lugar para dos..."...
En su viaje al exterior, el pequeño príncipe visita un planeta en el que vive un bebedor. Con este encuentro, el autor quiere hacernos reflexionar sobre la sensualidad y sus consecuencias nefastas en la persona que se deja arrastrar por ella. Bajo nuestro punto de vista, Saint-Exupéry no condena el alcoholismo en sí, sino que centra su atención en la profunda tristeza que deja en el alma haber sido víctima, más o menos consciente, de la voluptuosidad.
Posteriormente, el Principito, siguiendo el consejo del geógrafo va a visitar la Tierra. Es en este planeta donde el pequeño va a sufrir grandes decepciones. El primer ser vivo que encuentra es la serpiente, quien le descubre que se encuentra en el desierto sahariano. El protagonista ansioso por conocer las gentes del planeta, verá frustradas sus expectativas. En la búsqueda del ser humano sube a lo alto de una montaña, pero lo único que encuentra es la soledad de su propio eco. Al bajar de la montaña, le espera al pequeño príncipe otra gran decepción, pues encuentra un jardín repleto de rosas idénticas a la suya. Este hecho le aflige ya que él se creía el poseedor de la única rosa. La decepción ocasionada será superada al comprobar que aunque en apariencia podrían confundirse, en realidad son completamente distintas, pues la relación con la suya es del todo distinta.
Afortunadamente, el Principito se encuentra con un zorro. Curiosamente, un animal considerado salvaje, y generalmente alejado de los intereses humanos, que por lo contrario el autor caracteriza ávido por ser domesticado.
Es muy interesante captar el fondo del diálogo que se establece entre el Principito y el zorro a propósito de la intención de éste último por ser domesticado. El autor encuentra en este pasaje una buena ocasión para hablarnos de su gran preocupación: la creación de lazos que liguen a unos y otros. El diálogo se inicia cuando el animal le pregunta al pequeño lo que busca. Éste responde que busca amigos, a lo que el zorro contesta hablando de la importancia de establecer lazos, que para él seria la domesticación. Para el zorro la domesticación cambiará su existencia. Utilizando el mismo ejemplo que en el libro se expone diríamos que el zorro no come trigo, pero al ser domesticado, las doradas espigas mecidas al viento le recordarían los rubios cabellos del príncipe. Así cada vez que viera un trigal le recordaría al Principito.
Siguiendo el orden cronológico del libro, el Principito se encuentra con el personaje humano. Podríamos afirmar, no sin aventurarnos que dicho personaje humano, es en esencia una prolongación de la vida del propio Saint-Exupéry. Los dos pilotos de profesión sufren un accidente de parecidas características en el desierto, pero sobretodo comparten afición por el dibujo. Dicha afición se ve en los dos casos condicionada por la intervención de los adultos que siegan en ambos casos su progresión. El personaje de Saint-Exupéry encuentra en el Principito una gran escapatoria al mundo real. Permite pues, proyectar en él toda la imaginación y ensoñación de su infancia, que en realidad, es una sola, la misma.
Saint-Exupéry alude de forma directa a la soledad del hombre actual y creemos que encuentra la causa de la misma en la concepción materialista del mundo (valorar a las personas con números,...), materialismo que dista mucho del pensamiento saintexuperiano.
En el libro que analizamos el autor expone de forma más o menos abstracta el tema de la fe (práctica religiosa que Saint-Exupéry conoció en su infancia). El protagonista cree en su rosa, dejada en su planeta, aunque ahora no la puede cuidar personalmente. Está seguro de ella.
Algo que nos ha llamado la atención es el hecho de que el protagonista, un niño, se permita dar lecciones a los adultos y sobre todo en una materia tan importante como el verdadero sentido de la vida. El Principito tiene a nuestro entender una concepción más cerca de la realidad que los demás, debido fundamentalmente, a que en el lugar donde vive todo está enormemente simplificado. El pequeño príncipe ama lo que hace. Ama la vida. Considera que el amor está en la base de todo. Así, su particular manera de entender la vida, dista mucho del comportamiento adulto de los humanos. Amistad y amor se entrelazan, no distinguiéndose en muchos casos donde empieza uno o acaba el otro.
Saint-Exupéry, por último, nos habla de la muerte. El Principito deja la Tierra para volver a su planeta. El autor deja caer el tema con extraordinaria sencillez y naturalidad a pesar de ser un tema muy trascendente. Curiosamente, aunque suponemos no de forma intencionada, autor y personaje comparten un mismo final: Los dos mueren y desaparecen sin dejar rastro. En conclusión, lograr decir tantas cosas importantes y trascendentes en tan pocas páginas y con tal sencillez y belleza es el gran mérito de este libro.

Sinopsis

La historia empieza cuando el autor describe un dibujo que hizo cuando era niño de una boa constrictor que se traga un elefante, después de haber visto un libro sobre la selva virgen, en el cual había un dibujo de éste increíble animal.
Muy contento con su elefante tragado por una serpiente, enseña su dibujo a varias personas mayores, preguntando si les asusta el dibujo, a lo que los mayores responden: “¿Por qué debería dar miedo un sombrero?
Disgustado por la falta de imaginación de los adultos, decide cambiar de oficio, ya no será pintor, será piloto de avioneta. Así, vive sólo, pilotando sin nadie con quien poder hablar de verdad durante años, hasta que un día tiene una avería en el desierto del Sahara. Pasa la primera noche durmiendo en la arena, y cuando las primeras luces del alba iluminan el día, oye una voz muy especial que le dice “por favor, dibújame una oveja”. Con sorpresa, se levanta de un salto y ve ante si a un principito que con insistencia, pero con calma le pide que le dibuje una oveja. Le dibuja varias ovejas, pero todas son rechazadas por el joven principito, también le dibuja el elefante comido por la serpiente, a lo que éste responde que no quiere ni elefantes ni serpientes que quiere una oveja. Se da cuenta que el principito ha reconocido el dibujo y decide dibujarle una caja con agujeros y la oveja dentro. “Esto es exactamente lo que quería” le dice. Y así es como el piloto conoce al principito del cuento.
Lo que sigue es la historia que el principito le cuenta al piloto sobre las aventuras que ha tenido en otros mundos desde que dejó su planeta, el asteroide B-612, las cosas que había aprendido, los extraños personajes que había conocido, de los que no podía entender su comportamiento, y los amigos que había hecho.
El asteroide B-612 tenía tres pequeños volcanes, dos de ellos en erupción, que le venían muy bien para calentar la comida, en el otro, que estaba extinguido, no tenía nada, y lo usaba como silla o taburete. También tenía una flor, que cuidaba con mucho esmero. El día antes de marcharse, deshollinó con cuidado los tres volcanes y tapó su flor con una urna de cristal para protegerla del viento y del frío. Al poco rato, marchó en busca de algún amigo: llegó a un asteroide, donde vivía un rey muy antipático luego fue a otro, donde vivía un hombre que siempre estaba feliz, un asteroide en el que vivía un borracho, en otro vivía un hombre de negocios, que siempre estaba haciendo cuentas, en otro asteroide vivía un farolero, y en otro un hombre sabio.
Ninguno de estos hombres le caían bien; hasta que llegó a la Tierra, donde conoció a un zorro, mas tarde lo domesticó; después marchó y llegó a este lugar, en el que se encontró con el piloto.
El principito se hace preguntas que contesta el mismo en su infantil y natural forma de entender los valores humanos. Cuando conoce al zorro hace su propia interpretación de lo que es tener un amigo y despedirse de el.
Todo está escrito en un lenguaje que casi te hace llorar. El principito en su inocencia y deseo de bondad, de conocer cada lugar y cada persona con avidez y curiosidad, es no sólo un vagabundo, sino un mensajero de sencillez, imaginación, amor, amistad y ingenuidad infantil.
Las historias son profundas, intensamente conmovedoras y están llenas de filosofía y de metáforas poéticas: “sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible para los ojos”.
Es un cuento que va más allá de la imaginación del lector, y que recuerda que las cosas importantes de la vida se encuentran en el interior de las personas.

El autor: Vida y obra de Antoine de Saint- Exupéry

Antoine de Saint-Exupéry, nació el 29 de Junio de 1900, y murió el 31 de Julio de 1944, dentro de un avión, seguramente como él habría deseado morir: en el aire, donde decía que se sentía verdaderamente libre y donde afluía lo mejor de sí mismo.
Lionés de nacimiento, se crió en Saint Maurice-de-Rémens junto a sus tres hermanas, dos hermanos y su madre, cuando murió su padre.
Hay una teoría psicoanalítica que atribuye el espíritu de aventura de Saint-Exupéry a la forma en que interiorizó la muerte de su padre cuando tenía cuatro años. “Cuando mi padre murió -escribió- se convirtió en una montaña”. Y volando por encima de las montañas superó su orfandad. (J.Fabre)
Fue un mal estudiante. A los doce años hizo su primer vuelo con un piloto del aeródromo cercano a su casa. Al acabar el bachillerato empezó estudios navales en París pero fue un fracaso. Después entró en Bellas Artes y también lo dejó. Llevó una vida de bohemio hasta que en 1921 se fue al servicio militar, dónde después de la instrucción lo mandaron a Marruecos durante nueve meses. Más tarde hizo un curso y se graduó como subteniente, siete meses más tarde tuvo su primer accidente de aviación.
A los 26 años (1926) publicó su primera novela “El aviador”. Desde entonces su vida transcurrió siempre entre la aviación y la literatura. Dos años más tarde tomó como base su primera novela y la reelaboró a partir de su experiencia en la base de cabo Juby, en plena insurrección marroquí, dónde estuvo de comandante jefe.
En 1931, y cuando llevaba dos años trabajando en la empresa Aero-Postale de Buenos Aires, escribió “Vuelo nocturno” que trata sobre los aventureros que abrieron la ruta aérea Buenos Aires - Río de Janeiro. Por éste libro obtuvo el premio “Fémina”. Cuando la empresa cerró, trabajó como periodista, tarea que le trajo a Barcelona durante la guerra civil.
Entre 1931 y 1938 fracasó, al tener varios accidentes, uno de ellos muy grave, como raid entre París y Saigón y entre Nueva York y Tierra del Fuego.
Más tarde mientras vivía en Estados Unidos, publica “Tierra de los hombres” (1939) que narra, en uno de sus capítulos, el accidente que tuvo un amigo suyo en los Andes. Ésta novela ganó el “Gran Premio de Novela de la Academia Francesa”.
Aquel mismo año estalló la segunda guerra mundial, y ya recuperado del último accidente, fue destinado a un grupo aéreo de reconocimiento. Una de sus misiones le sirvió como base de la novela “Piloto de guerra” que escribió en 1941 cuando ya estaba instalado en Nueva York. Éste libro fue publicado en Estados Unidos, y fue autorizado en la Francia de Pétain con cuatro palabras censuradas “Hitler es un idiota”, pero que finalmente fue prohibido en 1943 cuando ya había ganado el “National Book Award”.
De vuelta en Nueva York, en 1942, empezó a escribir “Ciudadela”, obra inacabada y póstuma muy diferente a las restantes. Y “El principito”, libro también singular, ilustrado por él mismo.
A punto de cumplir los 43 años, fue nombrado comandante de las fuerzas aliadas y enviado al Norte de África. El verano de 1944 estaba destinado en la base de Borgo (Córcega). El 31 de Julio, despegó para lo que sería su última misión. Estaba en el límite de la edad autorizada para pilotar y las autoridades militares habían decidido que no le autorizarían ningún vuelo más. No hizo falta, el avión cayó al mar y Saint-Exupéry entró en el mundo de la leyenda.

Bibliografía

“Correo del sur”. 1929. Emecé. Primera novela. Una historia de amor escrita en el fuerte de cabo Juby, Marruecos.

“Vuelo nocturno”. 1931. Prólogo de André Gide. Emecé. Epopeya del coreo aéreo en la Patagonia nocturna.

“Tierra de los hombres”. 1939. Emecé y Círculo de Lectores. Escrita en Nueva York después de un accidente. Entre la crónica de viaje y la filosofía.

“Piloto de guerra”. 1942. Altaya. Reflexión humanista después de la controvertida experiencia como aviador en la segunda guerra mundial.

“El principito”. 1943. Emecé-Alianza, Emecé y Anaya (CD-Rom). Uno de los libros más pirateados del mundo.

“Carta a un rehén”. 1944. Emecé y Círculo de Lectores. Iniciado en Lisboa como prólogo de un libro de Léon Werth, a quién dedicó “El principito”.

“Ciudadela”. 1948. Alba. Extensa y inacabada obra póstuma que resume su visión de la vida.

“Cartas a una amiga inventada”. 1953. José J. De Olañeta Editor. Aparece por primera vez como “Cartas de juventud”, el libro recupera una ficticia correspondencia entre 1923 y 1931.